El debate estrella del plan estratégico hasta el 2016 que la directiva de Sandro Rosell analizará dentro de dos semanas girará en torno al Espai Barça,el gran proyecto socio-patrimonial de su campaña electoral, aparcado a la fuerza durante su primera temporada de mandato por la angustiosa situación económica y financiera encontrada a su llegada al club, especialmente de la tesorería. Ahora, con un brote verde a la vista y un superávit de 21 millones previsto en junio, el objetivo es reformular aquel proyecto y adaptarlo a las verdaderas posibilidades y necesidades de la entidad.
Falta de mantenimiento
En el Camp Nou estaba programada aplicar una fuerte inversión en reformas, una modernización general en respuesta al estado de abandono y falta de mantenimiento de los últimos años. Sin embargo, lo que ahora se pondrá sobre la mesa es la evaluación y posibilidad de levantar un estadio azulgrana nuevo que no sólo proyecte aún más en el mundo al FC Barcelona, sino que marque también una nueva frontera arquitectónica e identitaria.
Las razones por las que la actual junta ha llegado a pensar más que seriamente en este desafío son fundamentalmente sociales y económicas sin ningún orden de preferencia. Los informes previos concluyen que el coste de las reformas previstas son imposibles de rentabilizar desde un punto de vista de la explotación, pues aportarían mejoras para los abonados pero no los usos terciarios que hoy en día resultan esenciales para que una instalación deportiva produzca ingresos los siete días de la semana. Por otro lado, la reformas más audaces y caras tampoco contribuirían a hacer mucho más confortable y accesible la estancia en el estadio, debido a que las infraestructuras del Camp Nou tienen ya más de cincuenta años en los que han cambiado la mayoría de los conceptos asociados a este tipo de instalaciones, especialmente en temas de seguridad, accesos, servicios, comodidad, comunicaciones, anexos, hospitality, restauración, cines, teatros, explotación comercial, convenciones, hostelería, entretenimientos, equipamientos auxiliares, etcétera.
Reprogramación
El Espai Barça comtemplado por la directiva incluía separadamente la construcción de un nuevo Palau (con un anexo), centros de fitness para socios, un auditorium, un hotel, nuevas oficinas, un súper parking y amplias zonas comerciales combinadas con áreas verdes en un gran espacio abierto a la ciudad y sin barreras vecinales, una exigencia irrenunciable del Ajuntament de Barcelona para cualquier transformación de los equipamientos deportivos que hoy el FC Barcelona ya no utiliza en Les Corts, incluido el Miniestadi y sus alrededores.
Lo que se analizará ahora es si estirando el esfuerzo económico que supondrá este Espai Barça sería posible intentar afrontar una macroconstrucción integrada de un estadio que cobijara en sus grandes e inmensas entrañas, y en sus alrededores ordenadamente, superficies multifuncionales de atractiva y eficiente arquitectura. El segundo fin de semana de marzo es cuando la junta de Rosell tiene en su agenda analizar a fondo todos los aspectos del plan estratégico hasta el 2016. Un plan marcado por el gran debate que viene sobre edificar un nuevo estadio.
